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EXCLUIR es una instalación
reactiva. Un enorme cubo invade el lugar de exposición, sus
paredes son transparentes, pudiéndose ver el interior vacío.
En cada lado del cubo hay una puerta automática por la que
se puede acceder al interior. Si el visitante está lejos
de las puertas automáticas, éstas permanecen abiertas,
a medida que se aproxima los sensores captan su presencia y se cierra
la puerta por la que intenta acceder, impidiéndole penetrar
al interior.
EXCLUIR es una metáfora de la exclusión en todas
las acepciones del término, y cómo la respuesta a
la exclusión ya está automatizada, una exclusión
de la que somos víctimas y a la vez cómplices, una
exclusión que no se refiere únicamente a aquellas
que son evidentes como; el hambre, la falta de agua, la inmigración,
imposibilidad de acceso a una vivienda, dificultades para obtener
un puesto de trabajo, condiciones laborales indignas, si no también
a las más habituales; exclusión entre vecinos, amigos,
familiares. Un espacio que invita a desear entrar, que anima a entrar
pero al que se nos niega el acceso sin motivo alguno, concentrando
nuestra atención en volver a intentarlo con la esperanza
de que logremos penetrar al interior del cubo, sin pensar que si
lo lográsemos, nada cambiaría, veríamos el
exterior atrapados en un interior asfixiante, añorando estar
a fuera, una insatisfacción que nos impulsa a comportarnos
según estímulos que nos ofrezcan, una sociedad conductual,
limitada al estímulo y respuesta, siendo la insatisfacción
la que facilita que nos seduzca el volverlo a intentar.
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Una instalación cuya frialdad
aumenta la percepción de las emociones que desencadena, como;
el no ser tenido en cuenta, sentirse despreciado, rechazado, excluido,
como la impotencia que genera el no poder ver a nadie a quien responsabilizar
y acudir para exigir ser tenido en cuenta, consintiendo que sean
los otros quienes tengan la autoridad para reconocernos, una falta
de reconocimiento, de respeto que merma la confianza en uno mismo,
desarrollando una conducta obsesiva compulsiva al intentar entrar
una vez tras otra, un intento que es motivado por la frustración
que provoca que nos lo impidan, convirtiéndose la frustración
en un estímulo más. Una indignación que se
acentúa por el comportamiento no normal de unas puertas que
no deberían cerrarse cuando nos aproximamos, una variación
del patrón que nos desestabiliza por no ajustarse a la norma,
a lo que ha de ser, un espacio que nos es familiar porque se encuentra
en edificios de oficinas, de grandes almacenes, lo que nos enfurece
aún más por no comprender por qué no nos permite
acceder. EXCLUIR evoca aquel momento en el que recordamos nos negaron
la entrada a algún lugar y cómo aquella frustración
se transformó en cólera. Un lugar sin recompensa.
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